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Los habitantes de Pontedeume y Cabanas escudriñan la amplia extension de la desembocadura del rio Eume. Entonces recuerdan aquella vieja historia:
En ambas riberas del Eume, cuando era un río estrecho y tranquilo, se extendia
una prospera ciudad a la que arribaban barcos de lejanos paises. tambien sufrian ataques piratas,
por lo que construyeron un castillo en el monte.
la ciudad sobresalia por la inteligencia y belleza de sus mujeres. Sin embargo, tres doncellas destacaban por su atractivo.
No se conocia su pasado ni su procedencia. Se habian instalado en un palacio junto al mar, dorado, y alli celebraban fiestas eternas, con ricos manjares y vinos. Las tres doncellas, de sonrisas enigmaticas, vestian sedas, linos y organdíes encajes de bolillos y joyas de oro y plata. Pero, con todo, eran totalmente transparentes. Si bebian vino tinto, se les veia la lenta trayectoria por el interior de sus cuerpos.
¿Quienes eran esas damas que embaucaban a los hombres?
El Alcaide del castillo penso que, con oficiales y soldados cansados, la ciudad estaba desprotegida. y visito a un anciano solitario y sabio, que habitaba en la Fraga del Eume. El desasociego se instalo en su mirada, antes apacible y franca: " Conozco bien a esas tres doncellas transparentes. Estan destruyendo hombres y ciudad. Nada se puede hacer. El lugar esta maldito".
¿Escamparia alguna vez?
Al alba, todo era calma. El Alcaide, espantado, vio que en vez de casas, palacios y puerto, sólo habia una gran extension de agua. La ciudad habia quedado sumergida.
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